Después de misa, una señora se queda sentada en una banca, llorando. El sacerdote la ve, se acerca y le dice:
- ¿Qué pasa, hija mía?
- ¡Ay, padre! Es que mi esposo falleció anoche.
- Eso es terrible en verdad. Dime, ¿dejó un último deseo o voluntad?
La señora se enjuaga las lágrimas con un pañuelo y responde:
- Pues sí, padre. Justo antes de morir, me dijo: Por favor, baja esa arma...
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